Las usuarias del Centro del Mayor recargan vida entre flores y mantoncillos
- Servicios Sociales
- hace 3 días
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Fuente: El Pueblo de Ceuta
La entidad dependiente de la Consejería de Servicios Sociales ha organizado una fiesta en honor a las Cruces de Mayo y la bienvenida de la primavera, cargada de música y alegría
Carmen Herrera (72 años) presumía de flor a la cabeza mientras mostraba una bandeja llena de alitas de pollo. Fue su receta elegida para cumplir con su aportación en la fiesta celebrada este lunes por el Centro del Mayor de Ceuta, al que lleva perteneciendo desde hace una década. Medio centenar de alegres mujeres -algún que otro hombre- se reunió en la sede de la entidad para conmemorar un híbrido entre la festividad cristiana de las Cruces de Mayo y la pagana de la bienvenida a la primavera. Todo era color, flores y ganas de reír.
Desde las 12 de la mañana hicieron sus entradas en el decorado espacio las señoras de más de 65 años que forman parte de alguno -o varios- de los cursos impartidos por el Centro del Mayor, dependiente de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales. No hubo ninguna que no llevara, al menos, un adorno. Carmen se colocó también un mantoncillo elaborado por ella misma en el taller de manualidades del Centro. Tras dejar su plato de comida sobre una de las mesas alargadas destinadas a matar el hambre, tomó asiento junto a tres compañeras y amigas, frente a una cruz de mayo elaborada con flores de crochet por las más de 100 alumnas del taller que lleva el mismo nombre.
La artífice del proyecto también merodeaba por la fiesta con una flor en el pelo y un mantón a los hombros -ambos de color morado, a juego también con los lunares de su falda verde-. Toñi Muñoz, monitora del taller de Punto y Crochet, abre bien los ojos y sonríe al confesar lo “bien” que se lo pasa en sus clases, de lunes a jueves, en turnos de mañana y tarde, para lograr atender a la elevada demanda -aunque aún hay lista de espera-.
“Ya no es lo que aprenden, es la convivencia que hay. Nosotras charlamos, merendamos… La convivencia nos da todo”, expresa Toñi en un rincón, tratando de huir del jaleo provocado por las conversaciones, las risas y la música flamenca que sonaba en el local. La profesora conoce a algunas mujeres que llegaron sin poder ensartar una aguja, que acudieron al Centro motivadas por sus hijos, “y ahora están bailando y disfrutando”, gracias también al “desarrollo cognitivo” que fomentan estos cursos, cuyo fin principal es fomentar el envejecimiento activo.
El Centro del Mayor, explica Muñoz, “cambia vidas por completo”. Hay quienes les confiesan que llevan años sin salir de casa, y que ganaron en ganas y energía al comenzar a acudir varios días en semana a las formaciones de la entidad. “Ya están esperando que llegue la hora para poder venir, porque se encuentran con amigas que no veían desde hace muchos años. Eso es la convivencia. Y el desarrollo de la cabeza. Les da vida”, resume.
Carmen Herrera es una de las usuarias que da fe de la “alegría” que le proporciona estar en compañía en las numerosas actividades organizadas por la organización. Acude a todas las que puede y le permite su agenda, en la que debe priorizar sus traslados a Madrid para recibir un tratamiento médico. A su lado se hallaba María del Carmen Ramírez (83 años), con un top negro de flores bordadas con adornos brillantes, alumna del taller de Manualidades y del de Memoria desde hace siete años. Se atrevió a llamar a las puertas del Centro tras la muerte de su marido.
Entre los talleres más demandados está el de Baile y Gimnasia, a cargo de la que comandara la antigua academia Cuna de Arte de Ceuta, Ana María Ortega. Llevan semanas poniendo a punto las sevillanas que practicaron durante toda la jornada festiva. “Son clases con ejercicios más aeróbicos, es envejecimiento activo, y muy activo”, expresó risueña.
La convivencia entre las usuarias del Centro del Mayor no entiende de culturas. La próxima festividad que celebren será la Fiesta del Cordero islámica. En unas semanas organizarán una visita al templo hindú. Y este lunes le tocaba a las cruces cristianas. Lo puso en valor la responsable del centro, Mercedes Gil, siendo apoyada por la monitora de Punto y Crochet, Toñi Muñoz: “Mira, esto no es común. Aquí estamos musulmanas, judías, cristianas… Todas somos una, aquí no hay distinción, que es lo bonito. Tengo la suerte de tener un grupo de alumnas maravillosas”.
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